EIE (La Asociación de Escritores en Lengua Vasca) como proyecto cultural y educativo.

EIE (La Asociación de Escritores en Lengua Vasca) como proyecto cultural y educativo.

Ámbito temático: Prácticas educativas y experiencias: arte, literatura en la escuela.

Autor: Fito Rodríguez ( Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Educación de la Universidad del País Vasco)

La Asociación de Escritores en Lengua Vasca inicio su andadura en 1982 y, en colaboración con el Gobierno Autónomo de Vitoria-Gasteiz ha venido desarrollando un programa de fomento de la lectura en euskera en todo el territorio lingüístico basándose en asegurar la presencia de distintos escritores en los centros de educación, de manera que el contacto con el alumnado haya sido el elemento clave para relacionar lengua, autor y obra, incidir en el análisis de estas variables y promover el gusto por la lectura en la lengua nacional. Un somero análisis histórico de esta organización y de este programa nos informa sobre la importancia actual del mismo.

  1. DE LOS INICIOS A LA SITUACIÓN ACTUAL

La EIE no agrupa a simples escritores, sino a escritores vascos[1]. Es decir, la EIE trata de responder a las inquietudes y necesidades de cuantos escriben en euskara, y ello es así desde los primeros intentos asociativos. En tal sentido, incluso antes de que la EIE fuese creada, ciertas reuniones precedentes (por ejemplo el compromiso de Ermua, en 1968) mostraban la voluntad de asociarse que manifestaban cuantos ciudadanos vascos se servían del euskara para la creación literaria. Así, Joxe Manuel Odriozola indica cómo la EIE, huyendo del tan exagerado como abusivo empleo del término “vasco”,[2] apostó por reunir  en su seno a escritores en lengua vasca, exclusivamente. Por su parte, Joxemiel Bidador nos explica el trasfondo de la EIE:

“La EIE nace y desarrolla una vocación de apoyo a todo escritor vasco. No es algo baladí, y la experiencia nos ha conducido a intentar responder, dentro de nuestras humildes posibilidades, a esa imperiosa necesidad insatisfecha”.[3]

Con todo, la EIE tampoco ha sido la primera en tal menester, ya que el deseo de los escritores vascos para dar una respuesta a estas preocupaciones y necesidades viene de lejos. Así por ejemplo, en la historia del euskara literario, la reunión de Hendaia (16-09-1901) que creó la Federación Literaria Vasca bajo los auspicios de Campion y Arana, acaso porque los problemas a los que se enfrentaba la lengua vasca eran, si no iguales sí muy parecidos a los de la EIE actual, también puso de manifiesto que la vía más pragmática consistía en agruparse para resolver problemas comunes.

En 1977, cuando la EIE todavía no existía y el sociólogo Torrealdai, especialista en literatura vasca, publicaba su “Euskal idazleak gaur”, la necesidad del trabajo asociativo se explicitaba del modo siguiente:

“En tanto escritores, cabe afirmar que no están organizados profesionalmente”

Algunos años antes, se firmó el compromiso de Ermua y, bajo la batuta de Gerediaga, con ocasión del Congreso realizado entre el 28 y 30 de junio de 1968, nació la Asociación de Escritores (Idazleen Elkartea) que agrupaba a todos los escritores en favor de la unificación del euskara literario.

Al año siguiente, el 6 de septiembre de 1969, esa precedente de la EIE celebró en la Secretaría Vasca de Baiona un nuevo congreso al que, además de Aresti y de Txillardegi, acudió también Torrealdai en calidad de secretario. Aun así, los primeros movimientos fueron más corporativistas que pragmáticos en el sentido lingüístico de sus objetivos, por lo cual el euskara unificado (Euskara Batua) fue tomando cuerpo en la misma medida en que la propia asociación iba perdiendo fuerza.

En 1978 hubo un nuevo intento, cuando, en Durango y con motivo de su Mercado anual, algunos escritores decidieron reunirse para poner en marcha la vieja idea asociativa, aunque este proyecto no llegará a ver la luz hasta1982. En julio de este último año, el trío formado por Anjel Lertxundi, Xabier Gereño y Joxe Mari Velez de Mendizabal creaba jurídicamente la EIE, que empezó a funcionar el 28 de febrero de 1983 bajo la presidencia de Lertxundi. En sus inicios, la EIE contaba con 93 miembros. Sus objetivos ya los citaba el entonces presidente de dicha asociación:

“(…) cultivar las relaciones entre escritores vascos y tratar de cubrir sus necesidades”.

La asociación creada entonces cuenta actualmente con más de 325 miembros y su finalidad es:

-Defender los derechos profesionales y morales de los escritores vascos.

-Intervenir en tanto agente activo en la Literatura Vasca.

-Difundir el libro vasco dentro y fuera de Euskal Herria.

-Vehiculizar la proyección social de la obra literaria vasca.

El historiador Joxemiel Bidador divide la trayectoria de la EIE en cuatro períodos[4]. El primero va desde sus  inicios hasta 1990 y la califica de “período de legalización” o “de situación”. Dicho período tuvo dos presidentes: Anjel Lertxundi y, a partir de 1985, Velez de Mendizabal. Ambos definían al objetivo principal de la asociación del modo siguiente:

“(…) se trataba de fijar bases y objetivos, así como el conjunto de proyectos que correspondía a dichos objetivos: presentar al Gobierno Vasco un proyecto de ley sobre el Libro Vasco y, en esa misma línea, establecer las bases y ofrecer la necesaria asesoría jurídica para la defensa de los derechos de los escritores.”[5]

Por su parte, y tras su experiencia de más de treinta  años, Lertxundi sigue afirmando:

“Se consideraba importante el regularizar diversos sectores. Las editoriales en aquellos años de andadura se veían obligadas a trabajar en condiciones precarias y se olvidaban de los ámbitos literarios. Los problemas eran grandes, tanto en lo económico como a nivel de los obstáculos a superar. El escritor se veía abocado a un trabajo voluntarista. Necesitábamos apoyos, una ubicación para nuestro discurso[6].”

En cambio,  Joxe Mari Velez de Mendizabal priorizaba el ámbito profesional y lingüístico, de manera que los esfuerzos iniciales eran analizados así:

“Fue un largo proceso, teniendo en cuenta que estábamos llamados a fomentar la normalización lingüística que empezó a perfilarse hacia 1968 y que debíamos asimismo defender nuestros derechos profesionales[7].”

En este período tuvieron lugar las primeras jornadas literarias de Galeusca tras la guerra. Se celebraron en 1985,en Barcelona. En Euskal Herria, la primera Galeusca tuvo lugar en 1986 en Donostia. Desde entonces, se celebra una cada tres años: Bilbo, Lekeitio, Gernika, Gasteiz, Iruñea, Miarritze..

El segundo período, que ha sido calificado como “período del corpus literario”, va de 1990 a 1996 y, siguiendo todavía la propuesta de Bidador,.la EIE adopta la propia literatura como objetivo y crea la revista literaria Hegats, así como el Catálogo de Escritores Vascos. La Asociación se dedicó entonces a formar a los escritores mediante cursillos para guionistas, premios literarios y escolarización de escritores. En las postrimerías de este período, la EIE se convirtió en una asociación “sin ánimo de lucro”, que para entonces agrupaba a casi 170 escritores y donde para ser socio, había que cumplir alguno de los cuatro requisitos siguientes: haber escrito un libro en euskara, haber traducido alguna obra al euskara, haber publicado un mínimo de cincuenta artículos en euskera, o ser miembro honorífico de la Asamblea General de la Asociación. Dicho segundo período conoció asimismo dos presidentes: Patri Urkizu y, a partir de 1993, Joxerra García. Este último escribía lo siguiente con respecto a la labor de la Asociación:

“Se lee poco, pero la cultura tiene su prestigio, y habría que preguntarles a nuestros dirigentes cuánto les preocupa la cultura. La Asociación no sólo debe funcionar como un sindicato, sino que debe convertirse en agente activo de construcción cultural[8].”

El tercer período tuvo por presidente a Andolín Eguzkitza y va de 1997 a 2001. Bidador lo llama “período de socialización”, apoyándose como fuente en el escritor Edorta Jiménez.

Durante los cinco años que presidió la EIE, Andolín realizó un esfuerzo ingente en favor de la unidad de todos los escritores y más de una vez reclamaría en favor de aquellos un status del escritor:

“Salvo excepciones, el escritor vasco no está presente en la sociedad. Y esa falta de presencia pública imposibilita cualquier intentona por romper con ese círculo vicioso. Al ser desconocido, el escritor vasco no consigue vender en el mercado lo suficiente como para poder vivir de los libros; no se le traducen sus obras, ni se le abren caminos para su estabilidad económica[9].”

Pero, al mismo tiempo, afirmaba que el escritor vasco todavía no cree que sea posible ser euskaldun (vascoparlante) y a la vez escritor en su lengua de una manera normalizada:

“Falta conciencia en tanto que escritor, por lo general, ése es mi análisis. Acaso, Mirande y Aresti hayan sido los primeros en considerarse realmente escritores, y luego, aquellos que empezaron a escribir hacia finales de la década de los 60[10].”

A partir de estas fechas su actitud es más positiva y, buen ejemplo de ello, fue su participación en la Galeusca de Lekeitio, siendo aún presidente de la EIE:

“Acudieron muchos escritores vascos, jóvenes en su mayoría. Esto es buena señal.”

No podemos por menos que citar sus artículos en Jakin, y muy en particular el que publicó en su número 127:

“Desde la perspectiva de la EIE, quisiera citar tres acontecimientos: el plan estratégico de la Asociación, la descripción del vice-presidente y el protocolo firmado con el Gobierno Vasco.”

A lo largo de este período, la Asociación activó tres líneas principales de trabajo: el proyecto Conversando con los escritores, la difusión de los esfuerzos de la EIE al conjunto del País Vasco, incluida su parte norte, y Navarra, además de trabajar conjuntamente con las organizaciones culturales e institucionales. Durante esos años, en 1997, se publicó Euskal Herria gaur: liburuaren mundua, el extenso libro Joanmari Torrealdai, y en donde este sociólogo reflexionaba acerca de la EIE, tras haber consultado a sus miembros:

“(…) si miramos a la EIE, resulta hasta asombroso lo positivamente que está valorada entre sus miembros; el 53% de los miembros afirman que la labor de la EIE es buena o muy buena.”

Tras esos tres períodos, la EIE entabló un ambicioso proyecto a lo largo de los años 2001-2004, siendo entonces su presidenta Tere Irastorza: el llamado Plan Estratégico.

Para la propia EIE, se trataba de un modo concreto de encarar el futuro. En definitiva, de mirar hacia adelante y de intentar fijar su posible devenir. Tanto Edorta Jiménez como Bidador habían establecido cuatro períodos, pero luego vino la época del Plan Comunicativo; sin embargo, la Asociación también conocerá diversos problemas internos durante este último período.

El momento actual, después de más de treinta años de la Asociación, tal vez sea el de una reactivación de la EIE, pero esto sólo el tiempo lo dirá aunque una muestra de ello sería el hecho de que muchos de los fundadores de la EIE ya no están con nosotros: Federico Krutwig, Juan San Martín, Agustín Zubikarai, Lurdes Iriondo, Joan Mari Lekuona, Bitoriano Gandiaga, Martín Ugalde, Txillardegi… Indudablemente, la EIE ha recorrido un largo camino desde aquel 1982. Ahora, años después, podemos imaginar fácilmente la cantidad de reuniones, quebraderos de cabeza, anécdotas… que la EIE debió de conocer en su primera andadura. Pues bien, es con este espíritu con el que el 15 de marzo de 2008, en Durango, se celebró la Asamblea de Socios y que Anjel Lertxundi, Joxerra Gartzia, Joxe Mari Velez de Mendizabal, algunos ex-presidentes de la Asociación y Fito Rodríguez, su presidente en aquella época, leyeron el “Compromiso de Durango” en una rueda de prensa dentro de la Asamblea General.

De otra parte, y al hilo de ese 25º aniversario, fueron homenajeados los artífices de la lengua literaria común, José Luis Álvarez Enparantza Txillardegi y Piarres Xarriton. El texto de homenaje, leído por Jean Luis Davant y Markos Zapiain recogía el recordatorio del Manifiesto de Baiona sobre el euskara batua. Este compromiso de Durango decía lo siguiente:

“Hace ahora cuarenta años, en Ermua, la Asociación manifestó que “trabajemos todos los escritores, unidos, en favor de un euskara literario unificado”; y nosotros queremos ahora, aquí, retomar esa reivindicación con ocasión de las Bodas de Plata de la EIE. El número de miembros de la Asociación que Anjel Lertxundi y Jose Mari Velez de Mendizabal legalizaron aquel 28 de febrero de 1983 va en aumento, también en niveles de participación, por lo que se han despertado las conciencias de ser escritores por parte de los autores vascos.”

Tras las fases de legalización y socialización, la EIE se halla ahora en el camino de la optimización de recursos, readecuando las infraestructuras, los modos de funcionamiento y los recursos humanos para estar convenientemente preparada para responder a las transformaciones que tienen lugar en el ámbito cultural vasco.

Para ello, al menos hasta hoy, la Asociación ha contado con las indispensables subvenciones públicas de fomento a la literatura vasca; pero ¡ojo!, la cultura no puede ser el siervo de ninguna institución y, por lo tanto, más allá de las subvenciones con que cuenta la EIE, ésta tiene que estar preparada para responder a las urgencias de nuestro ámbito de actuación.

Se sabe que estos años se ha sufrido una pérdida de lectorado y que, paralelamente, no se ha sabido cómo recuperarlo. Por consiguiente, el reto fundamental en el ámbito que nos ocupa consiste en reflexionar debidamente sobre el fomento de la lectura y, en base a ello, fomentar nuevas estrategias. El objetivo, pues, será darle una oportunidad de readecuación estratégica a la EIE para adecuarse al cambio que se ha operado en la cultura vasca estos últimos años.

Además de los objetivos históricos de la EIE; es decir, la defensa de los derechos profesionales del escritor vasco, por un lado, y el fomento de la lectura, por otro, el programa de trabajo deberá continuar con la vista puesta en esos dos objetivos esenciales, aunque sin olvidar que esos programas requieren renovaciones periódicas para llegar a satisfacer los deseos y las necesidades tanto de los miembros de la Asociación como de la sociedad en general. Quienes valorizan a la EIE son sus propios miembros, puesto que es gracias, en gran medida a ellos como la Asociación ofrece a la sociedad la posibilidad de disfrutar con la lectura. Sin embargo, la EIE tiene asimismo otros objetivos aparte de los señalados: aquellos que definió tras la reflexión llevada a cabo en 2001,, entre otros, el Plan Estratégico que permitió difundir los objetivos de la Asociación, esto es, agrupar a los escritores afirmando su participación, constituirse en agente activo dentro de la cultura vasca y devenir referente de la literatura vasca. Ahora bien, para conseguir esos objetivos es imprescindible una organización interna efectiva. Este ha sido y continúa siendo el objetivo de la EIE.

Y para ello, buscar la estabilidad institucional: obtener el máximo de preparación concentrando todos los recursos. El año 2008, por ejemplo, tras las Jornadas de Lihuri –el equivalente de Galeusca en el País Vasco del norte- se produjo la readecuación del proyecto Galeusca como federación de asociaciones de escritores en gallego, catalán y vasco.

Las Jornadas de Lihuri se realizaron en la localidad de Bardoz, en 2008, y fueron la ocasión para ofrecerles un espacio a las literaturas de las lenguas minorizadas que se hallan en la República francesa.

Por su parte, en la parte Sur de la frontera, Galeusca celebró su 25º aniversario en el monasterio de Poblet, el 15/06/2008, tratando de oficializar una iniciativa institucional conjunta Es así como la EIE, la Asociación de Escritores Gallegos (AELG) y la de los Catalanes (AELC) decidieron crear la FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE ESCRITORES “GALEUSCA”, que desde entonces ha dispuesto de personalidad y capacidad jurídica para representar, fomentar y defender a los escritores vascos, catalanes y gallegos. También para coordinar las acciones de sus miembros y ser más efecticos en la defensa de sus derechos profesionales; actuar conjuntamente tanto a nivel autonómico como europeo y, asimismo, frente a las respectivas Administraciones públicas o los entes privados; para favorecer la normalización literaria, en los diferentes soportes y expresiones, en la profesión de escritor; para fomentar el uso social de dichas lenguas y ayudar en su creatividad; para lograr consensos en las Asociaciones y Federaciones representativas de los intereses de los escritores; y también para difundir la producción literaria en todos sus ámbitos a la hora de relacionarnos con las Asociaciones y Federaciones de agentes o empresas que posibilitan la comunicación.

Gracias a esta Federación las tres asociaciones se hallarán representadas en cualquier organización estatal o europea, pública o privada. Esto permitirá, por ejemplo, el disponer de una única portavocía común ante el Ministerio de Cultura Español, gozar de una personalidad jurídica única y disponer de capacidad plena en el plano legar (a la hora de firmar acuerdos, de recibir subvenciones, de negociar convenios laborales para el ramo de los escritores, etc.). De cara a estos objetivos, la Federación centrará su actuación en torno a dos ejes: por un lado, difundir y fomentar la producción literaria en lenguas diferentes y en distintos géneros o soportes; por otro lado, desarrollar la investigación sobre temas profesionales y programas de formación. Además, organizará asambleas, monográficos, cursillos, exposiciones y otras actividades colectivas. Por último, publicar manifiestos, ensayos y obras divulgativas, así como participar en organismos públicos y privados.

Por consiguiente, esta Federación otorgará personalidad plena a la hasta hoy apenas asamblea “informal” que había sido la Galeusca. Desde el primer día de su creación, representará a las Asociaciones que la componen –cada cual manteniendo su autonomía respectiva- y facilitará el acceso a ciertas organizaciones que hasta ahora les habían estado vetadas. Al mismo tiempo, contribuirá a la obtención de información, a la puesta en marcha de iniciativas conjuntas y, en última instancia, resultará útil para la gestión tanto económica como administrativa. Ahora pasados más de treinta años desde aquel “Triple Acuerdo” que las tres naciones sin estado de la península firmaron en Catalunya y más de setenta años desde que, frustrado por el escaso respeto que la 2ª República Española había mostrado en su día a las lenguas distintas del castellano, Telesforo Monzón decidió llamar “Galeusca” a la propia asociación política creada por gallegos, catalanes y vascos en Santiago (Galicia) la asociación cultural común ha sido refundada en base a las asociaciones de escritores de cada una de esas lenguas nacionales. Fue al hilo del centenario del nacimiento del poeta gallego Eduardo Pondal, cuando el poeta vasco Lauaxeta lanzó un llamamiento para trabajar conjuntamente entre las tres lenguas. Tras la muerte de Franco, y transcurrido ya medio siglo desde aquella Galeusca que se recuperó en la primera  reunión que las tres culturas llevaron a cabo en Poblet, la EIE, como decíamos antes, quiso celebrar la efeméride de su propia creación.A propósito de ello, el vicepresidente de la EIE, Jerardo Elortza, leyó el siguiente texto de Txillardegi:

“Por desgracia, lo que hemos subrayado más de una vez: es la lengua elegida como vehículo la que marca la literatura correspondiente; y no el lugar donde se vive, ni la finalidad perseguida con aquello que se está escribiendo. Unamuno es un escritor español, igual que Pio Baroja. En esa misma línea, Claire Etcherelli es una escritora –seguidora de Sartre- francesa, como James Joyce sería inglés y no irlandés.

Volviendo a nosotros, Raúl Guerra Garrido y Ramiro Pinilla son autores españoles, pero Atxaga, o Irigoien y Koldo Izagirre, son escritores vascos. No podríamos considerar a Bertrand Rusell como escritor galés.

El habla DETERMINA la naturaleza de la obra.

Y el problema de nuestras lenguas aparece claramente (y no sólo en esto): ¡qué lejos se hallan de la normalización!

Me parece imprescindible el fortalecer Gal-eus-ca. Y el mayor interés, más aún que los catalanes, lo tenemos nosotros los vascos.

Estimo conveniente el que se cree un comité de coordinación que asegure la continuidad de nuestras relaciones. Traducciones conjuntas, publicaciones bilingües, etc.

El primer fruto de aquella unidad jurídica fue la respuesta conjunta que se trató de darle al manifiesto que algunos conocidos intelectuales habían publicado en Madrid contra la que consideraban eventual discriminación frente al castellano[11].

2.-LAS EXIGENCIAS DE LA DEFENSA DE LA LENGUA

En su Euskal idazleak gaur, publicado en 1997, Joanmari Torrealdai se preguntaba entonces por las motivaciones del escritor y todos cuantos entrevistó le respondieron afirmando su apego a la lengua, al activismo lingüístico, y que era esto lo que les movía a escribir. Es decir, no parece entonces que hubiera entre ellos inquietud profesional alguna. Al contrario, casi todos esos escritores aseguraban escribir por puro militarismo.

Josemari Velez de Mendizabal nos ha legado un artículo sobre aquellos años[12], en el que proporciona un montón de datos para entender lo que fueron los inicios de la EIE. Veamos algunos párrafos:

“Arana Martija se encontraba perfilando una Asociación de Escritores Vascos cuando me acerqué a ello. Provenía de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca en donde trabajaba. Y fue él mismo uno de los agentes que obraron por crear la Asociación.

La idea acerca de esa Asociación no era nueva. Como es sabido, el difunto Jokin Zaitegi anduvo queriendo montar altruistamente un Hogar del Escritor, aunque los esfuerzos resultaron vanos debido al hecho de que los escritores vascos tenían entonces problemáticas diferentes.”

Y más adelante:

“Los primeros intentos serios para agrupar a los escritores vascos podrían situarse hacia mediados del siglo pasado, cuando el 27 de noviembre de 1955 se reunían en Usarraga (Bidegoian) un pequeño grupo de escritores (Imanol Laspiur, Paulino Larrañana, Bittor Kapanaga, Andoni Kaiero y Alfontso Irigoien). En aquella reunión, el tema que se trató con mayor ahínco fue el compromiso de este grupo de amantes del euskara para empezar a trabajar en ese sentido, todo ello bajo los auspicios del seminario Julio de Urquijo, de Donostia, y la dirección de Koldo Mitxelena. Las principales tareas de estas reuniones semanales serían el Atlas Lingüístico Vasco y el Diccionario General de Azcue.

Dos meses después, el 15 de enero de 1956, se reunieron en Eibar algunos de los que ya habían estado en Usarraga y acudieron también muchos otros escritores: Imanol Laspiur, Jose Antonio Eizagirre, Paulino Larrañaga, Andoni Berrueta, Jose Luis Ugarteburu, Serafin Basauri, Andoni Totorika, Margarita Murgizu, Teresa Urrestarazu, Konta y Felisa Basauri, Pablo García de Arteaga, Juan San Martin, Evaristo Martinez de Iturrate, Elena Etxebarria y Alfontso Irigoien. Jose Luis Alvarez Enparantza comunicó su imposibilidad de asistir.”

Como puede verse, las principales inquietudes de los escritores presentes giraban en torno al euskara, y por eso manifestaban su actitud proclive a una eventual Asociación de Escritores que asegurase la normalización del Euskara. Así pues, y siempre según el relato que de ello hace Velez de Mendizabal, todas aquellas ideas quedarán reflejadas en el Acta levantada por Alfontso Irigoien. Otra reunión tendrá lugar en Deba, el 4/03/1956, y a ella acudirán Jokin Zaitegi, Gabriel Aresti, Pablo Garcia de Arteaga, Paulino Larrañaga, Andoni Berrueta, Evaristo Martinez de Iturrate y Alfontso Irigoien.

Transcurridos algunos años, el 6 de septiembre de 1969, la idea de crear una Asociación del tipo de la EIE parece que fue planteada en Baiona, y también se encontraron presentes Gabriel Aresti, Jose Azurmendi, Jose Antonio Artze, Jean Erdozaincy-Etchart, Salbador Garmendia, Xabier Gereño, Daniel Landart, Amaia Lasa, Jose Luis Lizundia, Ramuntxo Kanblong, Xabier Kintana, Ibon Sarasola, Joan Mari Torrealdai, “Txillardegi” (Jose Luis Alvarez Enparantza) y Anjel Zelaieta.

El propio Torrealdai fue designado para Secretario de la nueva Asociación a legalizar, mientras que Txillardegi debía encargarse de redactar sus estatutos.

Con respecto a la unificación del Euskara, la Asociación quedó en hablar con la Dirección de la revista Zeruko Argia. El 27/12/1969, en otra reunión, los miembros de la nueva Asociación acordaban entregar a esta última el 1% de sus derechos de autor, así como abonar anualmente una cuota de 100 ptas. Evidentemente, ese sistema ya no existe en Euskal Herria, pero en América del Sur, por ejemplo, se sigue proponiendo algo similar (en concreto, una parte de los derechos de autor va a la financiación de la asociación de autores), con el fin de hacer frente al imperialismo cultural[13].

En las siguientes reuniones, siempre de acuerdo con el relato de Velez de Mendizabal, se estableció una “Caja Común” que todos los miembros debían satisfacer.

Consciente de algún modo de aquello, Koldo Mitxelena envió un largo escrito a los responsables de la Asociación (Errenteria, 27/03/1970), explicando su imposibilidad de acudir a la reunión de Baiona, aunque expresando su asentimiento a la decisión adoptada. En la asamblea siguiente, celebrada en Eibar el 1 de mayo de ese mismo año, treinta y un escritores, 15 profesores de alfabetización, 3 personas vinculadas al mundo de las ikastolas y 3 maestros firmaron la “Caja Común” (Batasunaren Kutxa). A partir de entonces, apenas se hizo nada reseñable antes de 1978, cuando, un 5 de diciembre, en Durango, se constató un vuelco de la situación y se propuso a Jose Antonio Arana Martija para el puesto de Secretario. Luego, de cara a legalizar la Asociación, y en una reunión celebrada en la Biblioteca Azcue, Xabier Gereño, Jose Antonio Arana Martija y Juan Jose Zearreta firmaban un escrito (07/05/1979) creando la Asociación de Escritores Vascos (Euskal Idazleen Elkartea). Gereño fue elegido presidente, Arana Martija para secretario, y Zearreta nombrado tesorero.

No obstante, las cosas no fueron tan simples. Alegando que hubiera ahí “intereses profesionales” y  demás, el Ministerio español del Interior señaló que aquello era competencia del Ministerio de Trabajo; además, obligó a modificar los estatutos de la Asociación. Y aunque toda la documentación estaba ya enviada para el 3 de enero de 1980, los esfuerzos resultaron vanos.

Finalmente, un 25 de febrero de 1982, Jesus Mari Lasagabaster, Arantza Urretabizkaia, Josu Landa, Jose Antonio Agirre, Iñaki Azkune, Xabier Garagorri, Luis Mari Muxika, Jose Antonio Arana Martija, Jose Antonio Loidi, Federiko Krutwig, Anjel Lertxundi, Iñaki Zubizarreta, Manu Ertzilla, Pello Zabaleta, Alfontso Irigoien, Juan San Martin y Jose Mari Velez de Mendizabal se reunieron en la sede Elkano de la Diputación de Gipuzkoa para tratar de la EIE.

Federico Krutwig envió un informe acerca del proyecto de Asociación, argumentando repetidamente que debía de tratarse una organización profesional. La opinión mayoritaria entre los entonces reunidos era que la Asociación tenía que quedar fuera de la sombra de Euskaltzaindia.

Posteriormente, como decíamos antes, el 30 de julio de 1982, Anjel Lertxundi, Xabier Gereño y Velez de Mendizabal firmaban el manifiesto para la creación de la EIE, que fue publicado en el Boletín Oficial del Estado en 26 de enero de 1983.

Con todo, y a pesar de que las motivaciones lingüísticas seguían presentes, el libro de Torrealdai publicado quince días más tarde (Euskal Kultura gaur: liburuaren mundua) mostró que la conciencia profesional de los escritores vascos ya no estaba en marcha. Y ello, aun cuando una encuesta interna efectuada por la propia EIE en 2007 mostraba que los escritores-miembros no le concedían una especial importancia al hecho de “ser agente activo en el mundo del euskara” y que, por el contrario, les preocupaba enormemente la gestión de los derechos de autor, el fomento de la literatura o incluso el apoyo social con el que contaban. Sin duda alguna, las inquietudes de cuantos se movían en el campo de las letras iban cambiando.

Por ejemplo, durante la transición política española, antes de que se hubiera celebrado el referéndum constitucional y con ocasión del Congreso Cultural Catalán, celebrado en Mallorca (1977), los escritores allí presentes organizaron la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, entre otras cosas para defender a quienes escribían en catalán. En seguida, otro tanto hicieron los escritores en castellano, que se organizaron en torno a una Asociación Colegiada de Escritores Catalanes. Algo que, a la vista está, no se dio entre los vascos.

En cualquier caso, también nosotros emprendimos la vía iniciada por la AELC, y desde aquel 1982 estamos reuniéndonos con ellos en torno a Galeusca, en el seno de la CEDRO, o incluso en otras iniciativas conjuntas en defensa de los derechos de los escritores.

Precisamente, cuando se celebró el 30º aniversario de la AELC la EIE fue invitada al acto (29/11/2007) en la Casa Fuster de Barcelona.

Junto con sus celebraciones, la AELC supo asimismo llevar su historia hasta la sociedad actual y en este proceso de renovación procedió a recuperar antiguos socios o a adaptarse a las nuevas problemáticas (nuevos acuerdos entre escritores y editoriales, reorganización de la afición por la lectura…, etc.).

Y ese también es el camino de la EIE habida cuenta de que, como afirmábamos antes, las inquietudes y necesidades de los escritores han cambiado al unísono de los cambios sociales. Y ello aun cuando, como bien se observa en el caso de la AELC, todas las tareas de la Asociación se hallan condicionadas por el hecho de haberse optado por una lengua no normalizada para la creación.

3.TAREAS EDUCATIVAS:

En la EIE, por ejemplo, el programa Escritores en las escuelas tuvo éxito desde el primer día.

Dicho programa ha sido beneficioso para todos cuantos en él participan: para la EIE, en tanto responsable del mismo, para quienes lo subvencionan, para el Departamento Vasco de Educación, y para cuantos colaboran directamente en el proyecto: además de los alumnos, también el profesorado y los propios escritores. Aquellos estudian una obra durante el horario escolar y, con la ayuda de sus profesores, consiguen haber trabajado el libro para cuando su autor acude a dicha escuela. El programa Escritores en las escuelas es muy positivo para el fomento de la lectura y así ha sido analizado en reuniones científicas sobre el tema[14]. Cada año, más de 100 escritores miembros de la EIE, 420 escuelas y 12000 alumnos toman parte en este programa. Eso, en lo que respecta a la Comunidad Autónoma Vasca. Y desde hace años, también en Ipar Euskal Herria (País Vasco Norte) se halla ya en marcha el programa Escritores en las escuelas, con apoyo financiero del EEP ( la entidad de apoyo al euskara del Departamento de Pirineos Atlánticos). En Navarra ha habido algunos intentos sin continuidad y éste será, precisamente, el reto de la Asociación EIE en ese ámbito: llegar a un acuerdo con los próximos Gobiernos Navarros.

Otro eje de la Asociación es y será el de las iniciativas culturales Conversando con escritores o Actividades literarias. Basado en el programa Escritores en las escuelas, ese proyecto surgió durante la presidencia de Andolin Eguzkitza y su objetivo era llevar el programa desde los centros escolares al conjunto de la sociedad. Los dos programas citados han permitido más de 700 experiencias al año en las escuelas, Casas de Cultura, bibliotecas, euskaltegis ( centros de aprendizaje de euskara para adultos) y otros centros sociales de Euskal Herria; ello significa que, a diario, uno de cada dos escritores en lengua vasca anda promoviendo la literatura euskaldun a lo largo de la geografía del euskara coordinado por EIE[15].

Así como nos parece innegable la necesidad de una información libre y que ésta nos pertenezca a todos, las ofertas del saber, las culturales, las creativas, le corresponde desarrollar y promover al ofertante ( en este caso al propio escritor euskaldun) dado que, en caso contrario, el proceso de aculturización sería inevitable. No es el caso de hacer dejación de las responsabilidades derivadas de la propia actividad cultural. Es el propio escritor, por medio en nuestro caso de la EIE, el que debe abordar y colaborar en el ámbito educactivo de promoción de la lectura en eusakara.Y es que la cultura no significa sólo un cierto nivel de formación o de conocimientos, sino que es también una expresión de la producción popular y, en el caso que nos ocupa, de la cultura en lengua vasca. En este ámbito, la escritura, que es una actividad esencial para la libertad de expresión y protegida por derechos necesita de una labor de socialización difícilmente delegable y que, en el caso del País Vasco, ha sido llevada adelante por la EIE.

Milan Kundera, quien se vio obligado a escribir en una situación parecida a la del euskara, dejó bien claro que Kafka no era un escritor de literatura checa, sino alemana, y por la misma razón, que autor y obra son inseparables[16]… Así pues, fomentando la literatura vasca, especialmente en los tiempos actuales y más aún en el ámbito de culturas minorizadas, la Asociación de Escritores Vascos EIE seguirá, como hasta ahora, esforzándose golpe a golpe, línea a línea, por fomentar la difusión educativa de la creatividad en nuestra lengua nacional, el euskara..

 

Fito Rodríguez

 

[1]RODRIGUEZ, Fito, “EIE, 25 urte pragmatismoaren bidean “.  Rev. int. estud. vascos. 54, 1, 2009, 227-248

[2] “Nadie existe fuera de una lengua y cultura concretas, ni tampoco cabe sociedad ni vida social al margen del ámbito establecido por ellas” in ODRIOZOLA, Joxe Manuel. Abertzaleak eta Euskara. Elkar. Donostia. 2008; pág.73.

[3] BIDADOR, Joxemiel “Historia apur bat egiten” in Kalegats 14, pág.4.

[4] BIDADOR, Joxemiel “Historia apur bat egiten” in Kalegats 14, pág. 5.

[5] Declaraciones efectuadas el 23 de abril de 2008, en el espacio cultural Koldo Mitxelena de Donostia, durante la jornada que la EIE organizó con ocasió de su 25º aniversario.

[6] Ibidem.

[7] Ibidem.

[8] Ibidem.

[9] ETXEBESTE, Iratxe. “Andolin ura bezalakoa zen” in Kalegats 14, pág. 14

[10] Ibidem.

[11] Manifiesto del Monasterio de Poblet, 15 de junio de 2008

[12] VELEZ DE MENDIZABAL, J. M.: “Jose Antonio Arana Martija eta Euskal Idazleen Elkartea” in Musiker 15. Donostia. Págs. 43-52.

[13] ALVAREZ, Lillian, Derecho de ¿autor?. Editorial de las Ciencias Sociales. La Habana. 2006

[14] RODRIGUEZ, Fito, “El contacto con el escritor en la escuela como fomento de la lectura “.  La escritura en el siglo XXI: Cognición. Multilingüismo y Tecnologías. Granada. 2008.

[15] RODRIGUEZ, Fito, “Consecuencias de la pedagogización de la literatura “.Sociedad Educativa, Sociedad Lectora. XXII Seminario Interuniversitario de Pedagogía Social Cuenca. 2008.  Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2009.

[16] KUNDERA, M. Le Rideau. Essai en sept parties. Galimard. París. 2005

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